La humildad es una virtud que indica el reconocimiento de las propias limitaciones y debilidades, se caracteriza por el respeto hacia los demás, evitando considerarse superior y manteniendo una actitud de aprendizaje constante, fomenta la empatía y la consideración hacia los demás, hacia lo eventos adversos del tiempo y nos permite aceptar nuestras imperfecciones.
En esta Cuaresma y Semana Santa, crezcamos en humildad, aceptemos a los demás, aceptémonos a nosotros mismos, tengamos apertura a todo aquello que no podemos cambiar y a todo aquello que no sale de momento como queremos o esperamos, reconozcamos nuestras debilidades y nuestras fallas y habiendo reconocido estas, aceptarlas, apagar nuestro ego y reconocer que no somos seres perfectos y que las cosas no dependen solamente de nuestras emociones o intereses, ya que hay un sin fin de personas y circunstancias que interfieren en los resultados o lo esperado; y para tener mejores resultados es necesario incrementar nuestra energía a través de la práctica de las virtudes y el conocimiento de estas mismas y así nosotros poder aspirar a lo que realmente buscamos, al hacer esta autocritica habremos crecido un poco más. Tener guía en el proceso es fundamental para poder avanzar de manera más efectiva.
La humildad no es señal de debilidad, timidez o miedo, sino una herramienta fundamental para poder aspirar a procesos más complejos y profundos que nos permitan superar día con día las cosas que se van presentando y a nosotros mismos nos permita entender con claridad lo que esto realmente representa para aspirar a mejores condiciones de vida.
Oremos y pidamos a Dios y los Maestros que nos proporcionen la luz y la sabiduría para mantener nuestra mente y nuestro corazón abiertos para siempre tener y demostrar humildad.