Con razón, o sin ella, con o sin causa, a todos nos llega el momento en que la soledad toca a tu puerta y pareciera que absorta de toda pena, gritara “llegué para quedarme”. En un mundo tan lleno de personas, de mascotas de compañía y de reuniones familiares, ésta soledad arde a la médula y no hay manera de evitar su paradójica compañía. y ¿sabes qué? , está bien.
Tantísimas veces postergamos este momento, que cual bola de nieve, por su peso habría de caer. Esta vez mas sólida y fuerte, pero al fin, está bien.
Tal vez no lo creas, pero éste es tu momento. Cuando la soledad se siente, quiere decir que al fin fuimos lo suficientemente fuertes para poder decir adiós a eso que nos hacía tanto mal. Como adictos, la abstinencia aparece y nos da razones para regresar a ese lugar “seguro, pero inestable” que ya conocemos tan bien, al cabo, esta vez, tenemos la confianza de que solo vamos por un ratito y nada nos pasará ahora. FALSO. Cual adictos, estimado lector.
Cuando la puerta de la soledad se abra en tu vida, quisiera que recuerdes esto que te comparto y estés consiente de que ocurre por una buena razón. Y que aunque no lo creas o no lo entiendas, te aferres fuerte a ella. Abraza a tu soledad. Acéptala ! está aquí porque es tu oportunidad valiosa para aprender algo esto, subir el escalón, crecer, evolucionar. Trabaja, disciplínate y ten Fe.
Verás que en breve, esa soledad se vuelve la mejor versión de ti.
